«El Día del Padre, el domingo 16 de junio de 2019, me desperté en una casa ajena. Un departamento en uno de los barrios residenciales del centro de Buenos Aires. Nos levantamos muy temprano y desde la ventana miramos nubarrones y la ventisca del invierno austral. Nada más desalentador para volver a casa.

Cuando salimos del departamento oímos, en el pasillo, el generador de electricidad a gasolina que se usa durante los apagones, algo raro en invierno. Al bajar por el ascensor el portero del edificio nos dijo «no hay luz en todo el país, ni en Chile, ni en Brasil, no se sabe por qué ¡pero seguro nos mandaron una bomba! >>» (Sousa, s.f.)

A partir de un apagón eléctrico a gran escala, el autor explora la historia y las implicaciones de las «bombas de grafito», que interrumpen el suministro eléctrico y las comunicaciones.
Sousa entrelaza esta temática con la historia del dibujo y la escritura, desde el mito griego del primer dibujo sobre una pared hasta la invención del lápiz de grafito por Nicolás Jacques Conté. El autor reflexiona sobre la relación entre el arte y la guerra, destacando cómo objetos cotidianos como el lápiz tienen orígenes militares y cómo los artistas han explorado la desmaterialización del arte en un mundo saturado de información.